jueves, 27 de noviembre de 2008

Edwar Grieg, La mañana

— Edward Grieg, Musica incidental para Peer Gynt, La mañana (1875)




Ya conoces esta famosa melodía con la que el gran compositor romántico noruego Edward Grieg quiso describir la mañana. En concreto el fragmento que escuchas es el primero de un total de 8 movimientos que componen las dos suites para Peer Gynt, una obra de teatro del dramaturgo noruego Henrik Ibsen. Dicha obra narra las aventuras y desventuras de este héroe, un nuevo Ulises que vive mil y una aventuras y que sólo al final de sus días podrá descansar junto al amor de su vida.
Es la música del amanecer por excelencia. Un solo de flauta expone la archiconocida melodía, que poco después toma el oboe, iniciándose un delicioso diálogo entre ambos, hasta que entra la cuerda para ejecutar el tema con grandiosidad, desarrollándolo por completo. En ese crescendo es como si descubriéramos la imagen majestuosa del solo rojizo elevándose por el horizonte. Finalmente, la trompa repite el tema una vez más, con suavidad, iniciando un lento decrescendo que concluye con el desvanecimiento de las notas en el aire, como si el amanecer se hubiera convertido en manso atardecer sobre las aguas del mar noruego. El único fallo que cometió Greig con este fragmento es que lo compuso para acompañar a Peer Gynt en sus andanzas por el norte de África y, la verdad sea dicha, suena más a noruego que a marroquí...
Amanecer, mañana, crecimiento. ¿Te suena? Esta música te puede servir hoy para que entres hoy dentro de ti mismo y te des cuenta de que estás creciendo. La adolescencia es el amanecer, la mañana de la juventud. ¿Sientes cómo vas creciendo, sientes que vas cambiando? ¿Y sientes a Dios, tan cercano como siempre, que crece contigo? Nadie como Dios te puede comprender, porque también él, Jesús, fue adolescente como tú. Y crecía en sabiduría, en estatura y en gracia (Lc 2,52). Y tú lo mismo.


1. Vuelve al segundo párrafo e intenta seguir la melodía y los diferentes instrumentos. Piensa al mismo tiempo en tu vida. ¿Qué sientes? ¿A qué etapas de tu vida o a qué acontecimientos te recuerdan la flauta o el oboe o las cuerdas o la trompa?
— La alegría de cuando vamos a ver ganar a nuestro equipo de fútbol y también cuando recibimos un examen aprobado. Además, esta música es como si te ayudara a madurar personalmente una persona que te quiere mucho.
— Un amanecer, la entrada de la mañana.
— La música me recuerda a los acontecimientos más sobresalientes de mi vida, pero hay trozos de la melodía que me dan tristeza.
— Me trae recuerdos de la tranquila infancia donde todo era bueno y no había problemas.
— Me recuerda a la etapa de la infancia, un día cualquiera, la rutina de ir al “cole” a encontrarse con los amigos. Ahora lo pienso y digo que qué ilusos éramos. Sin preocupaciones, pasándolo bien. Pero eso ya es pasado y eso es lo que a veces me deprime un poco, el no volver a ver a mis amigos de siempre.
— Siento alegría, la dulzura y la tranquilidad de la vida. Me recuerda a cada vez que he recibido un sacramento de la Iglesia. Me veo cayéndome el agua sobre la cabeza, me veo tomando por primera vez el cuerpo de Cristo y me veo recibiendo el óleo sagrado en mi frente; y pienso en los sacramentos que me quedan por recibir.


2. ¿Notas que vas creciendo, que vas cambiando? ¿En qué? ¿Qué es lo que más te gusta de esta etapa de la adolescencia? ¿Y lo que menos?
— La vida que llevo me parece chachi.
— En todo cambias, mayor responsabilidad y también una maduración en nuestro interior.
— Sí, se marcha una infancia despreocupada e inocente y me embarco a una adolescencia donde aparecen obligaciones, y estudios que llevar a cabo.
— En altura.
— Que crezco, no lo noto, pero que cambio sí.
— Voy creciendo en la vida tanto física como moralmente y a la vez que crezco voy cambiando en todos los aspectos de mi vida.
— Lo que más me gusta es que puedes hacer cosas que no hacías antes y lo que menos es que protestas y discutes mucho con los demás.
— Sí, sobre todo en mi personalidad y en las preguntas que uno se hace durante la adolescencia, en tu futuro, sobre todo.
— Lo que más me gusta es que hay más libertad, y lo que menos es que uno tiene que afrontar sus problemas.

3. Lee el siguiente texto. Es el fragmento final del libro Carta a un adolescente, un auténtico best-seller de un psiquiatra italiano:“Te han engendrado, un acontecimiento tremendo y estupendo porque estás y puedes dar un sentido no sólo a tu vida, sino también a la gran vida del mundo: puede ser mundo.

No te malogres, no te hagas daño porque, haciéndolo, golpeas al mundo entero.
No te perteneces, eres. Estás como está el mundo en torno a ti. Eres misterio, y en el misterio de tu estar quizás vales más de lo que imaginas. Tienes un sentido que va más allá del sentido.
Te confieso que tengo lágrimas en los ojos. No sé por qué, quizás sencillamente para despedirme y abrazarme con una gran emoción.
Hasta pronto
Tuyo
Vittorino Andreoli.

Ahora, escribe aquí tu oración.


— Señor, ayúdame en esta edad en la que me encuentro a ser cuidadoso con los demás y a no preocuparme sólo de mí mismo. También ayúdame a no discutir y a intentar aceptar que las cosas son como son.
— Señor, te pedimos por todos los adolescentes del mundo, para que sepan encontrar su camino, y también por los niños y niñas que sufren las consecuencias de las guerras. El hambre, la desfortuna, la sed, la soledad, la desgracia, propiamente dicha, y un sinfín de desventajas, para que puedan recuperarse y crecer sanamente, disfrutando de su infancia y su juventud, y para que nunca se vuelvan a sentir solos o de algún modo marginados, al ver que muchos no le prestan ayuda. Te lo pedimos, Señor.
— Yo pediría hoy por todos aquellos necesitados y para que se mejoren las cosas de la crisis.
— Señor: Haz que mi vida no carezca de sentido. Ayúdame a encaminarme en esta etapa por el camino de tu Hijo. Que n nuestra vida siempre haya más mejores momentos que malos. Que nunca te abandonemos en los malos y demos gracias en los buenos momentos. A ti, Señor, que lo sabes todo, que siempre nos acompañas, te lo pedimos por intercesión de María, Madre de Dios y Madre nuestro, cuya preciosa memoria veneramos hoy en su advocación de la Medalla Milagrosa. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

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