jueves, 13 de noviembre de 2008

Marco Frisina, El camino de los mártires


— Marco Frisina, La via dei martiri (2000).



“La sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos” (Tertuliano”. Ya conoces esta frase y ha has estudiado cómo la Iglesia de los primeros siglos, en la época de las persecuciones, fue una Iglesia de mártires. Y nuestra Iglesia del siglo XXI lo sigue siendo. El año pasado 21 cristianos, hombres y mujeres, sacerdotes, religiosos y religiosas o laicos, murieron por su fe en Cristo.
“Mártir” es una palabra griega que significa “testigo”. Hace dos años, en un encuentro de jóvenes de la diócesis de Zamora, una chica preguntó a D. Gregorio cómo teníamos que ser los jóvenes cristianos. El obispo dijo unas palabras y, al terminar, ella puntualizó: “ah, entonces, lo que se nos pide es que seamos mártires”. Se hizo entonces un silencio denso y fuerte, porque todos comprendimos la verdad de aquellas palabras...
Si te acercas a Roma seguramente no dejarás de visitar el Panteón, ese templo circular pagano que hoy es una basílica cristiana dedicada precisamente a Santa María de los mártires. Y si paseas por el río de la ciudad y te acercas a la isla tiberina, encontrarás la Iglesia de San Bartolomé, en cuyas capillas la Comunidad de San Egidio —un grupo de cristianos que trabajan por la paz en el mundo— han querido recordar a los mártires del siglo XX por las persecuciones religiosas (Rusia, México, España, etc.).Vas a escuchar una obra titulada “El camino de los mártires”. Está compuesta por un sacerdote italiano, Marco Frisina, que es el director del coro de la diócesis de Roma, autor por tanto de gran parte de la música litúrgica que se escucha y canta en las grandes celebraciones de la Iglesia. Este fragmento fue compuesto para la XV Jornada Mundial de la Juventud, la que celebraba el gran jubileo en Roma por el 2000 cumpleaños de Jesucristo. La mezcla de voces e instrumentos recuerda el paso del sufrimiento a la cruz, al martirio y a la gloria. Es el camino que los mártires hacían hasta el coliseo, el camino, la vía que a cada uno se nos invita a recorrer.

«Andrea Santoro fue un sacerdote católico asesinado el 5 de febrero de 2006 en la Iglesia de Santa María en Trabzon, Turquía,
donde sirvió como miembro del programa misionero "Fieles a la Iglesia". Un estudiante de 16 años fue arrestado dos días después llevando una pistola 9mm. El estudiante dijo a la policía que había sido influido por la controversia de las caricaturas de Mahoma.
El padre Santoro había sido ordenado en Roma
en 1970, y llevababa en Turquía desde el año 2000
. Allí promovía el diálogo entre cristianos y musulmanes.
En el funeral de Santoro en la Basílica de San Juan de Letrán, el Cardenal Camillo Ruini
, vicario general para la diócesis de Roma, mencionó en su homilía que es posible que el proceso de beatificación de Santoro se abra después de febrero de 2011» (© Wikipedia).
Este sacerdote invitó al Papa a ir a Turquía a visitar su pequeñísima comunidad y le envió una carta de tres mujeres de esa comunidad y una suya para hacerle esta invitación. En su carta recuerda su reciente estancia en Roma Aquí tienes algunos párrafos de su mismo puño y letra.

1. Mientras escuchas la música, lee los fragmentos de la carta de Andrea Santoro que tienes aquí. Subraya aquella frase que más te llame la atención. El subrayado aparece en este post en letra cursiva:

Queridísimos:
Deseo comenzar con las cosas buenas, porque es justo alabar a Dios cuando hay serenidad, y no sólo invocar el sol cuando hay lluvia. Además es justo ver la brizna de hierba verde también cuando estamos atravesando una estepa.
Un viernes, en la iglesia, un grupo de chavales había sido particularmente maleducado e insolente. Otros tres, mayores, lo presenciaban de lejos. Al final me pidieron hablar. Con mucha educación me hicieron todo tipo de preguntas, escuchando con respeto mis respuestas y planteando con cortesía sus objeciones. Nos despedimos. A la mañana siguiente un joven llamó: reconocí a uno de aquellos tres. Me dio bombones: «Padre, acepte mi regalo. Le pido excusas por esos chavales maleducados de ayer».
El camino por delante es largo y no fácil. Dos errores creo que hay que evitar: pensar que no es posible la convivencia entre hombres de religión distinta, o bien creer que es posible sólo infravalorando o dejando de lado los problemas reales, dejando aparte los puntos en los que el chirrido es mayor, ya tengan que ver con la vida pública o privada, las libertades individuales o las comunitarias, la conciencia individual o la disposición jurídica de los Estados.
La riqueza de Oriente Medio no es el petróleo, sino su tejido religioso, su alma empapada de fe, su ser «tierra santa» para judíos, cristianos y musulmanes, su pasado marcado por la «revelación» de Dios, además de una altísima civilización. Incluso la complejidad de Oriente Medio no está ligada al petróleo o a su posición estratégica, sino a su alma religiosa. Decía San Juan Crisóstomo: Cristo apacienta corderos, no lobos. Si nos hacemos corderos venceremos, si nos hacemos lobos perderemos. No es fácil, como tampoco lo es la cruz de Cristo siempre tentada por la fascinación de la espada. ¿Habrá quien quiera regalar al mundo la presencia de «este» Cristo? ¿Habrá quien quiera estar presente en este mundo de Oriente Medio sencillamente como «cristiano», «sal» en la comida, «levadura» en la masa, «luz» en la estancia, «ventana» entre muros levantados, «puente» entre orillas opuestas, «ofrecimiento» de reconciliación? Hay muchos, pero se necesitan muchos más. La mía es una invitación además de una reflexión. ¡Venid!
Doy gracias a Dios por cuantos han abierto su corazón. Pero que esté aún más abierto y sea aún más valiente. Que la mente esté abierta a entender, el alma a amar, la voluntad a decir «sí» a la llamada. Abiertos también cuando el Señor nos guía por senderos de dolor y nos hace saborear más la estepa que las briznas de hierba. El dolor vivido con abandono y la estepa atravesada con amor se convierte en cátedra de sabiduría, fuente de riqueza, seno de fecundidad. Estaremos en contacto. Unidos en la oración os saludo con afecto. Podéis escribir vuestros pensamientos, hacer vuestras preguntas, expresar vuestras propuestas. Juntos se sirve mejor al Señor.

Don Andrea

Roma-Trebisonda, 22 enero 2006


2. ¿Estarías dispuesto a ser mártir? ¿Y a ser testigo? ¿Por qué?
— Sí, si el Señor lo tiene preparado, debo defender los valores de la fe.
— Sí, aunque mártir es lo mismo que testigo. Por qué no.
— ¿Ser mártir? Pues seguramente no estaría dispuesto. Hay tantas cosas que hacer en este mundo, como para dejar este mundo,
— Testigo sí, porque no me da vergüenza expresar que soy cristiano, sin embargo, dudo que pudiera o incluso quisiera ser mártir, porque no creo que estuviese dispuesto a perder la vida, aunque no lo sé.
¿Cómo podrías hacerlo?
— Testigo ya somos, la cuestión es que demos testimonio de lo que sabemos pero en ocasiones nos lo callamos
— Estando en el lugar a la hora adecuada.
— Dando testimonio de mi fe a los que me rodean.


3. ¿Te da vergüenza hablar de Jesucristo o que se sepa que eres cristiano, que vas a misa, que estás en el Seminario? ¿Por qué? En caso de que así sea, ¿cómo podrías cambiar esta situación? ¿qué necesitarías?
— Bastante apuro. Que soy cristiano no me avergüenza, pero hablar de Jesucristo o que voy a misa me condiciona mucho. No soy responsable de mis acciones puesto que actúo bajo miedo e incluso en algunas ocasiones bajo coacción.
— No, a nadie le debería dar vergüenza reconocer lo que es y lo que hace sabiendo que lo hace bien.
— A mí no me da vergüenza el ser cristiano. A veces sí me da vergüenza hablar de Jesucristo y me callo.
— No me da vergüenza pero en el ambiente en el que estoy no se habla de ese tema. — No, ya que soy cristiano, y como tal voy a misa; y como he querido, voy a un Seminario, por mi propia voluntad y por tanto no debo avergonzarme de ello.
4. Recuerda
que
Pedro
también
negó
a
Jesús.
¡Y no una sola vez!
¡Pídele
a
Jesús
la
fuerza
para
ser
sutestigo!

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