martes, 4 de noviembre de 2008

Miguel Angel, El juicio Final





Miguel Ángel (1475-1564), Juicio final (Capilla Sixtina)

— Dies irae, dies illa (canto gregoriano)



— G. P. da Palestrina (1525-1594), Misa del Papa Marcelo, Credo



El grandioso fresco del Juicio Final fue encargado por Pablo III a Miguel Ángel para decorar el frontal de la Capilla Sixtina. El buen papa, pese a ser un excelente crítico de arte y protector de grandes artistas, supo ser humilde y dejó hacer al gran artista. El resultado final fue no el proyecto que el Pontífice pretendía (un apostolado sin más) sino el grandioso espectáculo que hoy podemos contemplar, al que se le ha restituido parte de su luminosidad y majestad gracias a una reciente restauración.
El pasado sábado celebrábamos la fiesta de Todos los Santos, el domingo recordábamos a los difuntos, y se acerca la fiesta de Cristo Rey y el final del año litúrgico. Estas circunstancias ponen ante nuestros ojos la realidad de la muerte y la esperanza de que nuestra vida no termine sino que llegue a su plenitud en el cielo. Esa vida eterna es don y tarea, es regalo de Dios y es conquista nuestra en la medida en que somos fieles a su voluntad y buscamos el bien.
Basado en las escenas del Apocalipsis (el último libro de la Biblia), algunos dicen que este Juicio final que contemplamos es el ajuste de cuentas de un Miguel Ángel ya anciano con el mundo que ha conocido. La figura central es Cristo como juez, que con gesto enérgico separa a los buenos de los malos. Es el mas bello de los hombres (como profetizó el Salmo 44,3), porque la bondad y la verdad son también belleza; pero es un Cristo real y resucitado, y por eso lleva las marcas/heridas de la pasión en su costado y en sus palmas. La más cercana a él, como siempre, su madre, con gesto temeroso e intercesor ante su Hijo. En la parte superior los ángeles recuerdan los instrumentos de la pasión (columna, corona de espinas, etc.) y a qué hemos sido rescatados a precio de sangre. A ambos lados de Cristo están los santos, algunos de ellos con sus signos característicos. En la parte inferior aquellos que han rechazado a Dios... Aparece también Caronte, el barquero de la mitología griega encargado de llevar a los muertos al inframundo (recuerda que estamos en el Renacimiento, una vuelta a la antigüedad clásica).
Esta escena nos recuerda las exigencias de un Cristo Juez que es al mismo tiempo justo (cuerpo musculoso, gesto enérgico) y misericordioso (¡por eso la escena entera está inundada de luz!). El color azul que resalta es el del cielo, al que todos somos invitados. De hecho, a pesar de que sea la escena del Juicio final, son bastante más abundantes las figuras de los santos (2/3) que las de los condenados (1/3). En el fondo Miguel Ángel ha querido recordarnos que la posibilidad de rechazar a Dios existe, pero también la posibilidad de “ganarlo”, como han hecho los santos. ¡Y todos estamos llamados a ser santos!
Vas a contemplar el conjunto de la obra mientras suena el famoso himno gregoriano Dies irae, dies illa (“día de ira aquel día en que el mundo será reducido a cenizas”) para fijarte en el aspecto de exigencia. Después contemplarás en detalle a Cristo y a su madre mientras suena la polifonía luminosa de Palestrina; experimenta entonces la misericordia de Dios.

1. Exigencia. Tras contemplar el conjunto del Juicio final y escuchar la melodía en gregoriano, escribe aquí lo que tu corazón te sugiera (sentimientos, emociones, alguna frase hecha que te venga a la cabeza, pensamientos, etc.).
— ¿Yo santo? ... Pues sí, todos estamos llamados a ser santos. Podemos rechazar a Cristo, pero también podemos "ganarlo". ¿Y acaso deberíamos conformarnos con una felicidad, a priori, fácil? Yo creo que Dios merece la pena.
— Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás.


2. Misericordia. Contempla ahora a Cristo y a su madre. Déjate envolver por las distintas voces de la polifonía renacentista. ¿Qué sientes ahora? ¿Qué piensas? ¿En qué ha cambiado o en qué has cambiado? Trata de escribirlo:
— Siento que Cristo es fuerte al resucitar, su musculosidad simboliza la fuerza de la religión cristiana en medio de todos los hombres.
— Siento más alegría porque pinso en lo bonita que es la vida y cómo debemos disfrutarla bajo la fe en Cristo y en la Virgen.
— La Bondad, se ha salvado mucha gente, la música es más limpia.

3. Sigue contemplando a Cristo juez. ¿De qué crees que tendrá que pedir cuentas a nuestro mundo?
— De las veces que no nos acordamos de Él, de las veces que damos de lado a la Iglesia y a los pobres, de lo mal que tratamos al prójimo, de ser una sociedad cansada, de no evangelizar. Ya nos lo dice Jesús: "las prostitutas y los publicanos os llevan camino en el Reino de los Cielos".
— Nos pedirá que le contemos lo que hemos hecho en nuestra vida y lo comparará con lo establecido por Él. Se parecerá en cierta manera en la que un señor da a sus trabajadores talentos y tienen que producir más, ni esconderlos ni perderlos.


4. Si tuvieras delante a Cristo, al final de tu vida, ¿qué le dirías?:
— No sabría muy bien qué decirle.
— Hallowed be thy name.
— ¿Paso para arriba o me puedo quedar unos años más aquí abajo? xD
— Gracias señor por mostrarte ante un humilde hombre pecador. Gracias por darme la oportunidad de hablar contigo y demostrarme el Reino de los Cielos.
— Lo miraría y no le diría nada.



Rezamos juntos:

Señor Jesús, Cristo resucitado, Juez misericordioso, un día estaremos delante de ti y tú serás nuestra Verdad. Hasta entonces, concédenos hacer siempre el bien y nunca devolver mal por mal. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

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