martes, 11 de noviembre de 2008

San Martin de Tours

El Greco, San Martín y el Mendigo (1537)



Marko Rupnik
y
equipo
del Centro Aletti,
Mosaicos
de
la
Iglesia
de
San Martín
(2005)


San Martín de Tours (316-397) nació en Panonia, en la actual Hungría y fue testigo excepcional de la Iglesia del siglo Iv de nuestra era. Su biógrafo, Sulpicio Severo, pregonó a los cuatro vientos sus virtudes y así es como su fama se extendió por todo Occidente. De hecho, es el primer santo venerado sin haber sido mártir.
Era catecúmeno, es decir, se estaba preparando para recibir el bautismo. Su padre, un tribuno romano, deseoso de alejarlo del cristianismo le obliga a alistarse en el ejército romano. A los veinticinco años de servicio militar, mientras está de maniobras en Amiens (Francia), sucede algo que trastorna y transforma su vida: el encuentro con Cristo.
Aquel día de invierno, el joven soldado se encontró con un mendigo helado de frío al que Martín cubre con la mitad de su capa. Martín reconoce en aquel pobre hombre al mismo Cristo, según la identificación entre él y la humanidad que el Señor mismo nos ha recordado: “cada vez que habéis hecho estas cosas a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis”. Es lo que Madre Teresa de Calcuta llamaba el evangelio en cinco dedos: “You did it to me” = “a-mí-me-lo-hicisteis”.
Las noches siguientes Martín ve en sueños a Cristo mismo que se le aparece revestido del manto que dio al pobre y pronuncia estas palabras: “Martín, catecúmeno, me has cubierto con este vestido”. Martín deja el ejército y se hace monje. Posteriormente será elegido obispo de Tours, en una época complicada a causa de la pobreza generalizada, la inseguridad ciudadana y las herejías .Su vida será para siempre ejemplo de comunión fraterna, comunión de bienes, oración común y predicación.
Martín, soldado de Cristo. La audición que vas a escuchar sabe también de esfuerzo y superación. Es el tema inicial de la película Carros de fuego. El argumento gira en torno al equipo británico de atletas que participará en la VIII Olimpiada, especialmente dos de ellos: un judío arrogante pero noble y un joven cristiano que piensa marchar a China como misionero y decide no participar en alguna de las carreras por celebrarse éstas en domingo (“cuando corro, siento que Dios se complace). La música mezcla el sonido principal del piano con los sintetizadores de fondo y acompaña una carrera por la playa a cámara lenta.
La vida de nuestros pueblos y de las labores siempre han seguido el ritmo del año litúrgico de los santos. A la matanza le viene bien el frío de este santo y de ahí que a “todo cerdo le llega su San Martín”.

1. Contempla el cuadro del Greco que narra la escena más famosa de la vida de San Martín, su encuentro con Cristo-mendigo. Los tonos son fríos (azules verdes, negros) como corresponde al invierno. Observa la diagonal en las figuras y el contraste entre los ricos ropajes del soldado y la desnudez del pobre, así como la espada desenvainada para cortar el manto por la mitad. Piensa en tu vida, en ti mismo.
¿Qué estarías tú dispuesto a dar a Cristo?

— Todo lo que pueda
— El esfuerzo de mi estudio.
— No lo sé, supongo que ya lo iré descubriendo a lo largo de mi vida.
— Por Cristo todos deberíamos dar la vida como él la dio por todos y cada uno de nosotros; aunque en un momento dado no sé si sería capaz de darla.
— A Cristo le daría hasta una rebanada de paz, aunque fuese sólo eso lo que tuviera.

¿Qué estarías dispuesto a compartir con los demás?
— Lo que me sobra a mí.
— Compartir mi tiempo con los demás.
— Compartir momentos inolvidables.
— Creo que con todos compartiría a Cristo, esa alegría que transmite.


2. Céntrate ahora en la música. ¿Qué sentimientos te transmite? ¿Qué piensas? ¿Qué imaginas? Trata de escribirlo:


— Vangelis, Tema principal de la BSO de Carros de fuego




— Sentimientos de esperanza. Dos personas corren en la playa, cada una de un extremo hasta encontrarse.
— Alegría. Pienso en algo bueno que sucede. Me imagino un momento especial en la vida, algo que me sucedió.
— Me imagino la llegada de un atleta a la línea de meta en unas olimpiadas.
— Transmite una tranquilidad apetecible. Pienso en las oportunidades que nos da la vida y cómo cuando estamos a punto de conseguir algo gracias al Señor lo podemos conseguir.
— Te da tranquilidad, porque es pausada; seguridad. Me imagino a una persona que nace, que es capaz de superarse y que pone ilusión en su vida.

3. Vamos a contemplar ahora el mosaico de la Iglesia de San Martín en Fondi, una ciudad de 30 000 habitantes al norte de Italia. Representa a Cristo resucitado cubre con su manto de gloria y santidad a Martín, quien generosamente ha cubierto con su manto de soldado a aquel mendigo. Mientras van pasando las imágenes, ¿se te ocurre alguna frase que resuma la escena? ¿Recuerdas alguna palabra de Jesús o alguna otra cita o situación o escena del evangelio que “pegue” con esta historia?
— “Cada vez que le hacéis algo a nuestros hermanos me lo hacéis a mí” (JHS).
— Me sugiere un poco a las bodas de Caná.
— Generosidad, sin esperar a recibir nada a cambio.
— San Martín ha descubierto su vocación: “Yo estaba desnudo y me vestiste”.
— “Hay más dicha en dar que en recibir”.


4. San Martín tiene tres brazos, porque el amor siempre multiplica las fuerzas. ¿En qué dimensión de tu vida tendrías que poner más amor? ¿a quién o a quiénes?
— Con los compañeros, porque aunque paso mucho tiempo con ellos, no les hago mucho caso.
— Sin duda en la relación con los demás. Creo que hay muchos que no nos tratamos como debiéramos.
— Familia.
— En todo lo que hacemos y nos gusta y aunque no nos gusta, también debemos hacerlo. A todos porque todos son nuestros hermanos.

Martín,
soldado de Cristo,
ayúdanos a encontrarnos con Cristo
y luchar siempre
contra la injusticia.

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