martes, 2 de diciembre de 2008

Fra Angélico, La anunciación


— Fra Angelico, La anunciación (tres versiones diferentes)
— Ricardo, Inmaculada

Hay momentos en la vida en que el silencio es la mejor palabra. La anunciación es uno de ellos. María recibe el anuncio del ángel y pronuncia un monosílabo que revolucionará el mundo. Su “sí” es nuestro “sí”. Lo mismo pasa con algunos cuadros. Lo mejor es contemplarlos. Si tienes la suerte de acercarte al Museo del Prado en Madrid, podrás ver éste que te presentamos de Fra Angelico, el famoso dominico pintor del primer renacimiento italiano que hasta fue beatificado por Juan Pablo II en 1982.
Con razón ha sido llamado el pintor de la anunciación, porque éste era uno de sus temas favoritos. Y sus cuadros tienen tal belleza que alguien ha dicho que es como si salieran del paraíso. La versión que ahora contemplas tiene muchos detalles interesantes. El ángel y la virgen son rubios y de blanca tez (¡más belleza imposible), el pórtico recuerda los edificios renacentistas italianos, la bóveda estrellada es el cielo, desde el que el Padre eterno envía su Palabra a la tierra. El rostro de Dios Padre lo puedes ver en el medallón central superior, así como su mano, que envía la luz del Espíritu Santo atravesando la diagonal del cuadro. María tiene las manos cruzadas sobre el pecho en actitud de absoluta disponibilidad. Ha dejado el libro de oraciones que estaba leyendo. Simplemente, ella escucha y asiente. Al fondo están Adán y Eva, expulsados del paraíso... Los Santos Padres, a quienes ya conoces, decían que el nudo de la desobediencia que ató Eva lo desató por la obediencia la Virgen Madre.
Estamos en Adviento, tiempo de espera y esperanza. Nadie como ella, María, para guiarnos. El próximo lunes celebramos su fiesta, la Inmaculada Concepción. María es la belleza de Dios hecha mujer. Fíjate en ella, habla con ella, aprende de ella.

1. Aquí tienes cómo sucedió todo, según nos lo cuenta San Lucas. Fíjate en el cuadro y subraya las palabras o frases o momentos que creas que Fra Angelico expresa mejor con su pintura:

A los seis meses el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo:
—Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntó qué saludo era aquel. El ángel le dijo:
—No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su Padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.
Y María dijo al ángel:
— ¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?
El ángel le contestó:
—El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.
María Contestó:
—Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.
Y el ángel la dejó.



2. Escucha ahora con especial atención esta canción titulada “Inmaculada”.





Escribe aquí la(s) frases que más te guste(n):
— Inmaculada, Reina desde el cielo.
— Eres la toda santa, la madre del Señor.
— Eres la Inmaculada Concepción.
— Inmaculada, Madre, mi consuelo.
— Desde la tierra canto esta canción.
— Levantamos las voces hacia Dios.
— He venido a rogarte, Virgen Blanca.

3. Imagina que estás en el lugar de María y recibes ese anuncio del ángel para una misión imposible ¿Cómo reaccionarías? ¿Qué dirías?
— Depende de la trascendencia que tuviera la misión y la repercusión con mi familia y amigos.
— Me sorprendería mucho y le diría que no.
— Pensaría que es imposible que un ángel me visite y que sería alguna broma de alguien. No diría nada, me reiría de la broma y ya.
— Pues no sabría, pero creo que le pondría muchos “peros”.
— Me sorprendería bastante y no sabría qué decir.
— Le diría que yo no puedo dar a luz a Jesús, que es que también...
— Me sorprendería, y no sabría cómo reaccionar; pero le diría que sí, acpeto a llevarla a cabo.

4. Observa ahora otras dos versiones del mismo tema y el mismo autor. La más ocre es de San Marcos (Venecia), la otra es de Cortona, también en Italia. ¿Qué diferencias observas (personajes, colores, lugares, etc.)? ¿Cuál te gusta más? ¿Por qué?




— Prácticamente no hay diferencia, solamente en los colores. Me gusta más la de Cortona porque tiene colores más vivos.
— En la segunda el cielo refleja la noche.
— En la de San Marcos los colores son más sosos, no se ve al Espíritu Santo, ni la mano de Dios.
— Me gusta más la de Cortona porque es más alegre.
— Me gusta más la de San Marcos porque me parece más real todo, aunque tiene tonos tristones.
— La segunda es más tosca, con colores más pobres y apagados. Con una estética más pobre, a la tercera y a la segunda le faltan Adán y Eva y no está tan bien expresado el envío del Espíritu Santo por parte de Dios. Me gusta más la 1ª porque aunque todas expresan lo mismo, ésta lo hace de forma más alegre y con más vitalidad.
— Todas representan lo mismo. La última tiene más color que la segunda y expresa más el diálogo de la Virgen María con el Ángel. La segunda tiene colores más fríos. Expresa como si la Virgen ya hubiera recibido al Señor en su seno, porque tiene las manos a la altura del vientre. Tanto en la segunda como en la tercera, ya no parece el rayo de luz divina.
4. En su última encíclica, Salvados por la esperanza, el Papa Benedicto XVI ha invocado a María como estrella de la esperanza. Rezamos juntos su oración:

“Santa María, comprendemos el santo temor que te sobrevino cuando el ángel de Dios entró en tu aposento y te dijo que darías a luz a Aquel que era la esperanza de Israel y la esperanza del mundo. Por ti, por tu «sí», la esperanza de milenios debía hacerse realidad, entrar en este mundo y su historia. Tú te has inclinado ante la grandeza de esta misión y has dicho « sí »: « Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra » (Lc 1,38).
Por eso tú permaneces con los discípulos como madre suya, como Madre de la esperanza. Santa María, Madre de Dios, Madre nuestra, enséñanos a creer, esperar y amar contigo. Indícanos el camino hacia su reino. Estrella del mar, brilla sobre nosotros y guíanos en nuestro camino.

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