martes, 9 de diciembre de 2008

Anónimo, San Juan Bautista


— Anónimo, icono sirio

— L. van Beethoven, Quinta sinfonía, Allegro con brio

Seguimos caminando juntos, seguimos avanzando por los senderos del adviento hasta que Dios pueda nacer en nuestros corazones. Hoy nos encontramos con un personaje fuerte, que no se casa con nadie, un “tío legal” como diríamos hoy en día, mano de terciopelo en guante de hierro. Es Juan, el bautista. Nos cuenta San Lucas que su nacimiento también fue prodigioso, pues sus padres, Zacarías e Isabel eran ya demasiado mayores a los ojos del mundo para tener familia. Pero para Dios nada hay imposible...
Fíjate en la imagen de hoy. Ya sabes lo que es un icono, pero éste no es griego, sino sirio; por eso ves que la cartela o pergamino desenrollado que muestra Juan el Bautista está escrito en árabe. En los primeros siglos del cristianismo allí se desarrollaron comunidades florecientes que perviven todavía hoy aunque en condiciones muy distintas, pues habitan en países de mayoría musulmana.
Una característica de los iconos es poder presentar al personaje juntando distintos episodios. De hecho si te fijas, verás que es un magnífico resumen de la vida de Juan el Bautista. Mira el ángel en la parte superior derecha. Es el que anuncia a Zacarías, su padre, que el niño va a nacer. Juan el bautista es el profeta sincero y austero que proclama la conversión. Nos cuentan Los evangelios que viste una piel de camello y habita en el desierto, retirado de los afanes del mundo. Es la figura central, que sostiene el pergamino con la Palabra de Dios. Juan no es la Palabra, sino su vocero, altavoz y amplificador. En la parte izquierda ves un árbol esquelético (¿autóctono del desierto?) con un hacha en su tronco. Se refiere a las palabras del mismo Juan que recoge San Lucas: “el hacha está ya puesta a la raíz de los árboles. Por lo tanto, todo árbol que no dé buen fruto será cortado y echado al fuego”. Encuentras también la cabeza cortada del Bautista recordando su trágico martirio. Como Juan no tenía pelos en la lengua criticó al rey Herodes (no el de los santos inocentes, sino su sucesor) que estuviera conviviendo con Herodías, la mujer de su hermano Felipe. El caso es que harto de tanta historia, Herodes mandó encarcelar a Juan, pero no se atrevía a más porque respetaba al profeta. Pero llegó el día del cumpleaños del rey y la hija de Herodías danzó también ante toda la corte que el rey le prometió lo que quisiera. Su madre le indicó que pidiera la cabeza del Bautista y así terminó el ministerio de Juan, mártir por el reino de Dios.
Escuchas el primer movimiento de la quinta sinfonía del genial Beethoven. Está escrita en tono menor y por eso tiene ese carácter de fuerza, de lucha entre el bien y el mal que caracterizó la vida de Juan el Bautista. Pero hay también momentos más dulces, serenos, de alegría contenida.

1. Fíjate en la imagen y déjate llevar por la música. Vete recorriendo los distintos momentos de la vida del Bautista e intenta pensar en tu propia vida. Intenta distinguir cómo la música se hace más alegre o más violenta según el caso. Deja que afloren recuerdos, emociones y sentimientos. ¿Qué sientes, qué acontecimientos o personas recuerdas? Trata de escribirlo:
Es como si hubiera un problema que se va solucionando.
— Fuerza y alegría.
— Recuerdo a los que ya no están entre nosotros y la alegría de la Resurrección. Sentir no sentiría nada pero es una música y un cuadro noble ya ala vez con toques trágicos y alegres.
— Siento que va a ocurrir algo bueno en los momentos de menos violencia de la música, pero de repente se presenta un obstáculo.

2. San Juan Bautista fue profeta ¡y de los buenos! ¿Y tú? ¿Serías capaz? ¿Crees que necesitamos profetas en nuestro tiempo? ¿Para qué? ¿Qué digan qué? ¿Estarías dispuesto a ser tú uno de ellos? ¿Por qué?
— Yo sí sería capaz, pues es un honor llevar la Palabra de Dios al mundo y todos los hombre.
— No, porque en este tiempo te tomarían por loco.
— ¿Yo? No sé si sería capaz. Si necesitamos profetas que anuncien a Jesús en todo el mundo y en todos los lugares ya evangelizados. Pero yo, no sé, no sería capaz, con las dudas que tengo, no sé. “Nunca digas no”.
— Creo que sí vendrían bien unos cuantos profetas para hablarnos de Jesús y de Dios porque la religión la tenemos un poco olvidada en nuestra sociedad. Yo no querría ser uno de ellos.
— Creo que sí, que necesitamos profetas en nuestro tiempo, ya que el mundo está muy necesitado de un Mesías salvador que le perdone el pecado. Que dijeran la palabra de Dios; creo que sí, estaría dispuesto a ser uno de ellos, porque estoy listo para transmitir la palabra de Dios.


3. ¿Sabes por qué a San Juan siempre se le presenta con un cordero? Lee este texto y lo sabrás: “Al día siguiente, Juan se encontraba de nuevo allí con dos de sus discípulos. Fijándose en Jesús que pasaba, dice: «He ahí el Cordero de Dios.» Los dos discípulos le oyeron hablar así y siguieron a Jesús. Jesús se volvió, y al ver que le seguían les dice: «¿Qué buscáis?» Ellos le respondieron: «Rabbí - que quiere decir, "Maestro" - ¿dónde vives?» Les respondió: «Venid y lo veréis.» Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día. Era más o menos las cuatro de la tarde. Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús”. ¿Qué habrías hecho tú si hubieras estado con Juan en ese momento? En caso de irte con Jesús, ¿cómo imaginas que sería aquel día, qué harían, de qué hablarían?
— Seguramente habría seguido a lo mío y no habría seguido a Jesús.
— Ir con él, sólo Dios lo sabe.
— Creo que sería un día mágico.
— Seguirle. Habría sido un día de expectación, alegría y arrepentimiento por mis pecados. En general, un día perfecto.
— Me habría ido con Jesús sin dudarlo ni un segundo. Un día con el Salvador sería sereno, tranquilo, alegre... Me imagino que los discípulos tendrían muchas dudas acerca de la religión, de Jesús, etc. Jesús comería con ellos (como lo hizo con los apóstoles) y les resolvería sus dudas, con parábolas, etc.

Rezamos juntos la primera estrofa del himno a San Juan Bautista :

Profeta de soledades,
labio hiciste de tus iras,
para fustigar mentiras
y para gritar verdades.

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