martes, 2 de junio de 2009

He Qi - El Señor

He Qi, Llamando a los discípulos,

Tened calma,

El Señor Resucitado

¯ W. A. Mozart, Sonata para piano nº 11 en la mayor (K331)

III. Alla turca

Termina aquí nuestra experiencia de evangeliz@rte. Durante varias semanas has podido poner en juego tus cinco sentidos para darte cuenta de que la verdad, el bien y la belleza están dentro de ti, esperando que tú los despiertes y puedan salir afuera y manifestarse en tu vida... Ya sabes cómo se hace. Ahora, te toca a ti.

En la evaluación, algunos pedías artistas contemporáneos, y aquí tenéis a uno muy curioso. Es asiático, se llama He Qi y es una mezcla entre el cubismo de Picasso, las difíciles posturas corporales de los jeroglíficos egipcios y el colorido de Marc Chagall o de Sieger Köder. Vas a contemplar tres cuadros diferentes, todos ellos con el Señor Jesús en el centro, porque el centro es el Señor.

Y puedes regalar también tus oídos con esta famosa melodía de Mozart. Es la conocida marcha “alla turca”. Su inconfundible sonido, su aire oriental y su alegría cuadran muy bien con Jesucristo, que es inconfundible, nació en Oriente próximo y que tiene la manía de que seamos felices. Por cierto, ¿sabías que escuchar música de Mozart te hace más inteligente (es lo que se conoce como el efecto Mozart)?


En el primer cuadro, “Llamando a los discípulos” fíjate bien en los colores cálidos (gama de los rojos, naranjas, ocres). Es la llamada, el momento del primer amor, del flechazo. Los cuatro hermanos (Andrés y Pedro por un lado, Santiago y Juan por otro) ponen a Jesús en el centro de sus vidas... ¿Y tú?

En el segundo cuadro, “Tened calma”, recuerda la escena de la pesca milagrosa y de la tempestad calmada. Colores fríos (azules, verdes) que recuerdan a los discípulos los peligros del mar, los peligros de sus propias vidas de pe(s)cadores. Pero están con Él, no importa. La paloma con el ramo de olivo recuerda aquella que anunció a Noé la paz tras el diluvio, pero también es el Espíritu Santo que nos unge con aceite de júbilo. Jesús muestra su poder al extender los brazos: es el nuevo Moisés que calma las aguas.

Por último, “el Señor resucitado”. Cristo nuevamente en el centro. Toques intensos de rojo pasión, amarillo de gloria, azul de humanidad. Abajo las miróforas (las mujeres que llevaron a la tumba los ungüentos y se encontraron la sorpresa) y los discípulos (red en mano para volver a su antiguo trabajo). Arriba los judíos y los romanos, los primeros sobornando a los segundos para que mientan sobre la resurrección. Y Jesús que se queda con nosotros para siempre en el milagro de la eucaristía.

1. Ya tienes experiencia. Contempla cada uno de los cuadros. Medita la explicación y escribe aquí con cuál de los tres te quedas y por qué. Piensa que sería el cuadro que resumiera un poco tu vida, el cuadro que tu eliges como DNI a partir de ahora.