jueves, 2 de abril de 2009

Momentos de pasión

— Paul Gauguin, Cristo en el huerto de los olivos, Cristo amarillo y Cristo verde en el calvario bretón

Paul Gauguin (1848-1903) es un pintor postimpresionista que nunca fue cristiano, pero al que le impresionaba la fe sencilla pero sincera de los bretones en Francia (puedes ver a las mujeres bretonas vestidas con sus trajes típicos en sus cuadros). Por eso pinto varios motivos de la vida de Cristo, identificándose con los sufrimientos del Redentor. Hoy vas a experimentar estos momentos de pasión a través de tres de sus obras.

— W. A. Mozart, Requiem, Domine Iesu.





1. Del evangelio según San Marcos
Fueron a una finca, que llaman Getsemaní y dijo a sus discípulos
— Sentaos aquí mientras voy a orar.
Se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, empezó a sentir terror y angustia, y les dijo:
— Me muero de tristeza: quedaos aquí velando.
Y, adelantándose un poco, se postró en tierra pidiendo que, si era posible, se alejase de él aquella hora; y dijo:
— ¡Abba! (Padre): tú lo puedes todo, aparta de mí ese cáliz. Pero no lo que yo quiero, sino lo que tú quiere
Volvió, y al encontrarlos dormidos, dijo a Pedro:
— Simón, ¿duermes?, ¿no has podido velar ni una hora? Velad y orad, para no caer en la tentación; el espíritu es decidido, pero la carne es débil.
De nuevo se apartó y oraba repitiendo las mismas palabra Volvió, y los encontró otra vez dormidos, porque tenían los ojos cargado Y no sabían qué contestarle. Volvió y les dijo:
— Ya podéis dormir y descansar. ¡Basta! Ha llegado la hora; mirad que el Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levantaos, vamos! Ya está cerca el que me entrega.


— Siento impotencia, incomprensión. Un amor no devuelto como se mereciera. Jesús siente miedo, pero los discípulos parecen ignorar el momento. Éste se vale de imágenes, señales; pero carecen de importancia para los discípulos. Llegó la Hora.
— No se dan cuenta de lo que han perdido hasta que ya es tarde.
— Yo creo que hubiera hecho lo mismo que Santiago y Juan en ese momento.



2. Del evangelio según San Marcos
Era media mañana cuando lo crucificaron. En el letrero de la acusación estaba escrito: EL REY DE LOS JUDIOS. Crucificaron con él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. Así se cumplió la Escritura que dice: «Lo consideraron como un malhechor.»
Los que pasaban lo injuriaban, meneando la cabeza y diciendo:
— ¡Anda!, tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo bajando de la cruz.
Los sumos sacerdotes, se burlaban también de él diciendo:
— A otros ha salvado y a sí mismo no se puede salvar. Que el Mesías, el rey de Israel, baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos.
También los que estaban crucificados con él lo insultaban. Al llegar el mediodía toda la región quedó en tinieblas hasta la media tarde. Y a la media tarde, Jesús clamó con voz potente:
— Eloí Eloí lamá sabactaní. (Que significa: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?)
Algunos de los presentes, al oírlo, decían:
— Mira, está llamando a Elías.
Y uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una caña, y le daba de beber diciendo:
— Dejad, a ver si viene Elías a bajarlo.
Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró.


— Otra vez el Señor incomprendido. Esta vez por los otros dos crucificados y por aquellos que lo insultaban a su paso. Lo etiquetaron de malhechor.
— La mayoría tiende a lo erróneo.
— En el segundo cuadro me veo en la tarde de tinieblas, veo cómo todos insultan a Jesús y me siento triste, triste porque tengo miedo de ayudar a Jes´´us porque me podrían matar a mí también, no lo puedo hacer; Jesús me mira y me siento como mejor que antes.



3. Del evangelio según San Juan
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre:
— Mujer, ahí tienes a tu hijo.
Luego, dijo al discípulo:
— Ahí tienes a tu madre.
Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.

— Jesús da el amor que le queda con su Madre y Juan. A pesar de o sufrido tine fuerzas para decírselo al discípulo amado.
— Me impresionaría mucho si yo estuviera en el lugar del discípulo al decirle: “ahí está tu madre”.
— En el último cuadro me veo como Juan y Jesús me habla; cuando termina por un aparte me siento bien (porque soy acogido en su casa) y por otra mal porque sé que Jesús va a morir, pero todos sabemos que resucitará.

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Contempla los tres cuadros, lee los fragmentos del evangelio que los acompañan, vete metiéndote en la escena, “como si presente te hallares”, que decía San Ignacio de Loyola. Utiliza tus cinco sentidos, como si estuvieras allí. Y escribe aquí tus sensaciones, tus impresiones, tu diálogo con Jesús:

— Mira que somos malos; nos vienes a salvar y nosotros te matamos. Qué inteligentes. Y, ¿qué muerte?, porque te hicimos casi de todo, vamos que podrías no haber llegado ni siquiera a la cruz, pero tú quisiste llegar , par que se cumpliera la Escritura y creyéramos. Después de todo, mal agradecidos.
— Me imagino allí, siendo uno de los discípulos de Jesús, pensando en muchas cosas, pensando en cómo ha podido Jesús llegar a estar clavado en la cruz, apunto de morir, en si Jesús es en verdad Hijo de Dios porqué éste no le salva, pensando en todo lo que nos había enseñado Jesús hasta ese momento, meditando cada una de sus palabras, de sus oraciones, de sus milagros, de sus actos, y pensando, “ahora, qué voy a hacer yo. Si mi maestro ha muerto por defender estos hechos, yo no voy a seguir el mismo camino para morir en una cruz al igual que él, quizás yo con ayuda de los demás discípulos de Jesús sí podré, seré capaz de evangelizar la tierra entera, que a lo mejor su muerte sirve para que todo el mundo se eche atrás o al contrario todos creamos en él”.
Claro que de todas formas es imposible que Dios haya enviado a su Hijo para que muera en la tierra, algún plan, algo tiene que tener preparado para que dentro de poco todo vuelva a ser como antes o mejor. En realidad, Jesús no ha muerto, sólo se ha alejado de nosotros, pero donde quiera que ahora esté nos va a seguir ayudando en la tarea que él mismo nos encomendó. Todos vivimos según Dios quiera y gracias a él.

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