jueves, 26 de marzo de 2009

M. Grünewald - Crucifixión



— M. Grünewald, Retablo de Issenheim, Crucifixión
— Allegri, Miserere

Estamos ya muy cerca de la Semana Santa y este V domingo de Cuaresma nos invita a darnos cuenta de que la cruz de Jesús es su gloria. La gloria de Dios en la Biblia es la presencia del Señor en medio de su pueblo. Y eso es Jesús crucificado para nosotros: presencia que cura, sana y salva, porque incluso lo más horrible de nuestra vida (la muerte) él la ha sufrido y la ha vencido.
Vas a contemplar una de la piezas que componen el político (varias tablas distintas) del altar de Isenheim, un pueblecito que está a una hora de Friburgo, en la frontera entre Francia y Alemania. El retablo contiene varias escenas (anunciación, resurrección, etc.) pero l a que hoy contemplas es la crucifixión. Este retablo fue pintado entre los años 1523 y 151 para la capilla del hospital en honor de las víctimas de una peste que asoló Isenheim. El artista era un hombre melancólico, casi desconocido para los historiadores. Como fondo, escuchas el salmo 50, el famoso Miserere, en la versión del italiano Allegri. Hay una curiosa anécdota en torno a esta obra. Resulta que desde 1640, año en que se estrenó, este Miserere sólo se tocaba en las celebraciones del Papa para la Semana Santa en Roma. Era imposible copiar sus ¡ocho voces! Pero un niño de 14 años, con escucharlo una vez, fue capaz de memorizarlo y transcribirlo por entero. Aquel niño era Wolfgang Amadeus Mozart. El papa Clemente XIV, impresionado por aquel “pequeño ladrón musical” lo nombró Caballero de la Orden de la espuela de Oro.

LECTURA DEL EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN (12, 20- 33)

En aquel tiempo, entre los que habían venido a celebrar la fiesta había algunos gentiles; éstos acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban:
— Señor, quisiéramos ver a Jesús.
Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús. Jesús les contestó:
— Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del Hombre. Os aseguro, que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo, se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva el Padre le premiará. Ahora mi alma está agitada y, ¿qué diré? : Padre líbrame e esta hora. Pero si por esto he venido, para esta hora. Padre glorifica tu nombre.
Entonces vino una voz del cielo:
— Lo he glorificado y volveré a glorificarlo
La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un ángel.
Jesús tomó la palabra y dijo:
— Esta voz no he venido por mí, sino por vosotros. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el Príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí.
Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir.

1. Lee el texto del evangelio y haz como Mozart, pero tú lo vas a tener más fácil. Sólo tienes que memorizar la frase del evangelio que más te haya llamado la atención. Escríbela aquí y repítela hasta aprenderla y procura repetirla varias veces a lo largo del día. Verás que tu vida cambia...



2. Un conocido sacerdote y escritor holandés de nuestros días ha escrito lo siguiente sobre este retablo: “Esta obra no es sólo el retablo más espectacular que jamás haya sido realizado, sino también el más conmovedor de todos. Cuando vi el cuerpo flagelado, escuálido y cubierto de llagas de Jesús en la cruz, tuve una sospecha de cuál pudo ser la reacción de las apestadas y moribundas víctimas en el siglo XVI. En ese retablo vieron a su Dios, con las mismas úlceras supurantes que tenían ellos, lo cual les hizo tomar conciencia con una fuerte impresión de lo que realmente significa la Encarnación. Vieron brillar juntos en esa figura sufriente la solidaridad, la compasión, el perdón y un amor infinito. Vieron que, en medio de su angustia mortal, Jesús no les había dejado a su suerte”. ¿Qué opinas?





3. Fíjate en los detalles. La cruz de Jesús es como una flecha que apunta al cielo. El Señor se retuerce de sufrimiento en la cruz; su rostro, sus miembros están totalmente desfigurados. Le acompañan María Magdalena arrodillada sola y llorando, con un frasco de perfume al lado para ungir el cuerpo de Jesús en la sepultura; están Juan y la madre de Jesús. Y también Juan, el bautista, con el símbolo del cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Imagínate que estás allí. ¿Qué personaje serías? ¿Qué sentirías? ¿qué dirías? ¿Qué harías?





4. Contempla de nuevo el cuadro durante unos momentos y escribe ahora aquí tu oración:

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