miércoles, 10 de diciembre de 2008

William McNichols, Nuestra Señora del Nuevo Adviento


— William McNichols, Nuestra Señora del Nuevo Adviento (1991)


— J. S. Bach, Comienzo del Oratorio de Navidad.



En 1991, el arzobispo Stafford solicitó al Vaticano un día de fiesta dedicado a Nuestra Señora del Nuevo Adviento para la archidiócesis de Denver, en los EEUU y, como respuesta, recibió la fecha del 16 de diciembre, tal día como hoy. Tras conocer la noticia, encargaron al jesuita Padre McNichols la creación de un icono que refleje esta advocación de la Virgen. El propio autor explica su significado así: «Ambas representaciones son expresión de las muy veneradas y sanadoras imágenes de Nuestra Señora del Signo. En los iconos bizantinos se ve con mucha frecuencia a Nuestra Señora del Signo en lo más alto de la escala de Jacob y en medio de la zarza ardiente ante Moisés. En estos iconos de muestra a la Madre de Dios en la postura orante, con las manos alzadas. El Santo Niño o Cristo Emmanuel, resplandece desde la mandorla con forma de almendra, o mandala circular, de su vientre, o se encuentra como Niño Rey en el arco formado por el pliegue de las vesiduras de la Madre. Las letras que hay junto a la Virgen Madre, MR OY, son la abreviatura griega de “Madre de Dios”. Las letras junto al Niño, IC XC, significan Jesucristo. En ocasiones hay joyas en el halo del Niño o las letras WON, que significan su divinidad: “Yo soy el que soy”».
Si te fijas bien, verás que el Niño tiene rostro de adulto. Es Hijo de Dios e Hijo de María, divino y human, anciano y recién nacido. Las tres barras de su corona son una referencia a la Trinidad y el Niño está vestido de rojo porque es víctima y sacerdote, ofrecido como sacrificio y, al mismo tiempo, se ofrece a sí mismo y ofrece el mundo al Padre. Las flores que el Niño tiene en la mano son columbinas, la flor del Estado de Colorado en EEUU, del latín columbinus, que significa “de la paloma”, un antiguo símbolo del Espíritu Santo.
En el icono, María tiene un vestido púrpura, el color de la realeza y el color litúrgico también del Adviento. Es la reina de los cielos que lleva a la tierra hacia el segundo adviento. Su halo simboliza santidad, obediencia y entrega a Dios. Las estrellas que hay en la frente y en los hombros declaran que es siempre virgen, que pertenece a Dios en primer lugar y principalmente y que está consagrada a la venida del reino de su hijo. Los puños de oro con joyas en las mangas los llevan con frecuencia las reinas, como signo de intercesión por el pueblo, y sus manos están alzadas en actitud de súplica, como un sacerdote ora en nombre de su pueblo. Ésta es la mujer de la alabanza, la mujer profeta, la que canta y defiende el honor de Dios y la llegada de la justicia para los pobres de la tierra.
Vas a escuchar el comienzo del Oratorio de Navidad del genial J. S. Bach. A lo largo de todo el oratorio Bach narra los misterios de la Navidad. Este grandioso coro que escuchas da idea de lo grandioso del acontecimiento que celebramos. ¡Es la invitación al triunfo y la alegría porque el Salvador viene a nosotros!

1. Contempla la imagen y vuelve a leer la descripción del icono. ¿Qué símbolo o color o aspecto te llama más la atención y por qué?

— Me llama la atención las tres barras de la corona de Jesús, al simbolizar que ya desde pequeño sabía que era el Hijo de Dios y que junto a Dios y al Espíritu Santo formaban una misma persona Salvadora del mundo (!).
— Creo que el color que mejor concuerda con la canción es el púrpura, ya que expresa poder, pertenece a la realeza, y si se escucha la canción, se ve muy bien plasmada ésta.
—Me llama la atención el fondo de la Virgen, de color azul, símbolo de su pureza, como queriendo representar también el mar, como si estuviera abrazando desde el mar a toda la tierra.


2. Estás contemplando a Nuestra Señora del Nuevo Adviento. El adviento es el tiempo de la esperanza. ¿Qué esperas tú de Dios? Escríbeselo aquí:
— Yo espero que nunca me deje solo en lo bueno y en lo malo.
— Nada en especial, sólo lo que él espere de mí.
— Espero que venga a despertar a este mundo en el que estamos, que nos despierte porque estamos dormidos, que venga a nuestras vidas, que le proclamemos, que no nos avergoncemos de él, pues si no, estamos perdidos.
— Espero que exista.


3. A partir de mañana, la liturgia nos propone estas preciosas antífonas o frases para prepararnos de cara a la Navidad. Medítalas despacio y elige cuál te gusta más y explica por qué. Terminaremos rezándolas todos juntos.
— Me gusta la última, porque resume la misión de Cristo.
— Todas son similares, todas ensalzan al Señor.
— La última es la que más me gusta, porque expresa mi deseo de que todas las naciones lleguen algún día a un acuerdo y todos vivamos en paz.
— La última, porque indica su divinidad.
— Elijo la última, porque me parece la más sensata.


Oh Señor,
Pastor de la casa de Israel,
que conduces a tu pueblo,
ven a rescatarnos por el poder de tu brazo.
Ven pronto, Señor. ¡Ven, Salvador!

Oh Sabiduría,
salida de la boca del Padre,
anunciada por profetas,
ven a enseñarnos el camino de la salvación.
Ven pronto, Señor. ¡Ven, Salvador!

Hijo de David,
estandarte de los pueblos y los reyes,
a quien clama el mundo entero,
ven a libertarnos, Señor, no tardes ya.
Ven pronto, Señor. ¡Ven, Salvador!

Llave de David y Cetro de la casa de Israel,
tú que reinas sobre el mundo,
ven a libertar a los que en tinieblas te esperan.
Ven pronto, Señor. ¡Ven, Salvador!

Oh Sol naciente,
esplendor de la luz eterna
y sol de justicia,
ven a iluminar a los que yacen
en tinieblas y en sombras de muerte.
Ven pronto, Señor. ¡Ven, Salvador!

Rey de las naciones
y Piedra angular de la Iglesia,
tú que unes a los pueblos,
ven a libertar a los hombres que has creado.
Ven pronto, Señor. ¡Ven, Salvador!

Oh Emmanuel, nuestro rey,
salvador de las naciones,
esperanza de los pueblos,
ven a libertarnos, Señor, no tardes ya.
Ven pronto, Señor. ¡Ven, Salvador!

martes, 9 de diciembre de 2008

Anónimo, San Juan Bautista


— Anónimo, icono sirio

— L. van Beethoven, Quinta sinfonía, Allegro con brio

Seguimos caminando juntos, seguimos avanzando por los senderos del adviento hasta que Dios pueda nacer en nuestros corazones. Hoy nos encontramos con un personaje fuerte, que no se casa con nadie, un “tío legal” como diríamos hoy en día, mano de terciopelo en guante de hierro. Es Juan, el bautista. Nos cuenta San Lucas que su nacimiento también fue prodigioso, pues sus padres, Zacarías e Isabel eran ya demasiado mayores a los ojos del mundo para tener familia. Pero para Dios nada hay imposible...
Fíjate en la imagen de hoy. Ya sabes lo que es un icono, pero éste no es griego, sino sirio; por eso ves que la cartela o pergamino desenrollado que muestra Juan el Bautista está escrito en árabe. En los primeros siglos del cristianismo allí se desarrollaron comunidades florecientes que perviven todavía hoy aunque en condiciones muy distintas, pues habitan en países de mayoría musulmana.
Una característica de los iconos es poder presentar al personaje juntando distintos episodios. De hecho si te fijas, verás que es un magnífico resumen de la vida de Juan el Bautista. Mira el ángel en la parte superior derecha. Es el que anuncia a Zacarías, su padre, que el niño va a nacer. Juan el bautista es el profeta sincero y austero que proclama la conversión. Nos cuentan Los evangelios que viste una piel de camello y habita en el desierto, retirado de los afanes del mundo. Es la figura central, que sostiene el pergamino con la Palabra de Dios. Juan no es la Palabra, sino su vocero, altavoz y amplificador. En la parte izquierda ves un árbol esquelético (¿autóctono del desierto?) con un hacha en su tronco. Se refiere a las palabras del mismo Juan que recoge San Lucas: “el hacha está ya puesta a la raíz de los árboles. Por lo tanto, todo árbol que no dé buen fruto será cortado y echado al fuego”. Encuentras también la cabeza cortada del Bautista recordando su trágico martirio. Como Juan no tenía pelos en la lengua criticó al rey Herodes (no el de los santos inocentes, sino su sucesor) que estuviera conviviendo con Herodías, la mujer de su hermano Felipe. El caso es que harto de tanta historia, Herodes mandó encarcelar a Juan, pero no se atrevía a más porque respetaba al profeta. Pero llegó el día del cumpleaños del rey y la hija de Herodías danzó también ante toda la corte que el rey le prometió lo que quisiera. Su madre le indicó que pidiera la cabeza del Bautista y así terminó el ministerio de Juan, mártir por el reino de Dios.
Escuchas el primer movimiento de la quinta sinfonía del genial Beethoven. Está escrita en tono menor y por eso tiene ese carácter de fuerza, de lucha entre el bien y el mal que caracterizó la vida de Juan el Bautista. Pero hay también momentos más dulces, serenos, de alegría contenida.

1. Fíjate en la imagen y déjate llevar por la música. Vete recorriendo los distintos momentos de la vida del Bautista e intenta pensar en tu propia vida. Intenta distinguir cómo la música se hace más alegre o más violenta según el caso. Deja que afloren recuerdos, emociones y sentimientos. ¿Qué sientes, qué acontecimientos o personas recuerdas? Trata de escribirlo:
Es como si hubiera un problema que se va solucionando.
— Fuerza y alegría.
— Recuerdo a los que ya no están entre nosotros y la alegría de la Resurrección. Sentir no sentiría nada pero es una música y un cuadro noble ya ala vez con toques trágicos y alegres.
— Siento que va a ocurrir algo bueno en los momentos de menos violencia de la música, pero de repente se presenta un obstáculo.

2. San Juan Bautista fue profeta ¡y de los buenos! ¿Y tú? ¿Serías capaz? ¿Crees que necesitamos profetas en nuestro tiempo? ¿Para qué? ¿Qué digan qué? ¿Estarías dispuesto a ser tú uno de ellos? ¿Por qué?
— Yo sí sería capaz, pues es un honor llevar la Palabra de Dios al mundo y todos los hombre.
— No, porque en este tiempo te tomarían por loco.
— ¿Yo? No sé si sería capaz. Si necesitamos profetas que anuncien a Jesús en todo el mundo y en todos los lugares ya evangelizados. Pero yo, no sé, no sería capaz, con las dudas que tengo, no sé. “Nunca digas no”.
— Creo que sí vendrían bien unos cuantos profetas para hablarnos de Jesús y de Dios porque la religión la tenemos un poco olvidada en nuestra sociedad. Yo no querría ser uno de ellos.
— Creo que sí, que necesitamos profetas en nuestro tiempo, ya que el mundo está muy necesitado de un Mesías salvador que le perdone el pecado. Que dijeran la palabra de Dios; creo que sí, estaría dispuesto a ser uno de ellos, porque estoy listo para transmitir la palabra de Dios.


3. ¿Sabes por qué a San Juan siempre se le presenta con un cordero? Lee este texto y lo sabrás: “Al día siguiente, Juan se encontraba de nuevo allí con dos de sus discípulos. Fijándose en Jesús que pasaba, dice: «He ahí el Cordero de Dios.» Los dos discípulos le oyeron hablar así y siguieron a Jesús. Jesús se volvió, y al ver que le seguían les dice: «¿Qué buscáis?» Ellos le respondieron: «Rabbí - que quiere decir, "Maestro" - ¿dónde vives?» Les respondió: «Venid y lo veréis.» Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día. Era más o menos las cuatro de la tarde. Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús”. ¿Qué habrías hecho tú si hubieras estado con Juan en ese momento? En caso de irte con Jesús, ¿cómo imaginas que sería aquel día, qué harían, de qué hablarían?
— Seguramente habría seguido a lo mío y no habría seguido a Jesús.
— Ir con él, sólo Dios lo sabe.
— Creo que sería un día mágico.
— Seguirle. Habría sido un día de expectación, alegría y arrepentimiento por mis pecados. En general, un día perfecto.
— Me habría ido con Jesús sin dudarlo ni un segundo. Un día con el Salvador sería sereno, tranquilo, alegre... Me imagino que los discípulos tendrían muchas dudas acerca de la religión, de Jesús, etc. Jesús comería con ellos (como lo hizo con los apóstoles) y les resolvería sus dudas, con parábolas, etc.

Rezamos juntos la primera estrofa del himno a San Juan Bautista :

Profeta de soledades,
labio hiciste de tus iras,
para fustigar mentiras
y para gritar verdades.

martes, 2 de diciembre de 2008

Fra Angélico, La anunciación


— Fra Angelico, La anunciación (tres versiones diferentes)
— Ricardo, Inmaculada

Hay momentos en la vida en que el silencio es la mejor palabra. La anunciación es uno de ellos. María recibe el anuncio del ángel y pronuncia un monosílabo que revolucionará el mundo. Su “sí” es nuestro “sí”. Lo mismo pasa con algunos cuadros. Lo mejor es contemplarlos. Si tienes la suerte de acercarte al Museo del Prado en Madrid, podrás ver éste que te presentamos de Fra Angelico, el famoso dominico pintor del primer renacimiento italiano que hasta fue beatificado por Juan Pablo II en 1982.
Con razón ha sido llamado el pintor de la anunciación, porque éste era uno de sus temas favoritos. Y sus cuadros tienen tal belleza que alguien ha dicho que es como si salieran del paraíso. La versión que ahora contemplas tiene muchos detalles interesantes. El ángel y la virgen son rubios y de blanca tez (¡más belleza imposible), el pórtico recuerda los edificios renacentistas italianos, la bóveda estrellada es el cielo, desde el que el Padre eterno envía su Palabra a la tierra. El rostro de Dios Padre lo puedes ver en el medallón central superior, así como su mano, que envía la luz del Espíritu Santo atravesando la diagonal del cuadro. María tiene las manos cruzadas sobre el pecho en actitud de absoluta disponibilidad. Ha dejado el libro de oraciones que estaba leyendo. Simplemente, ella escucha y asiente. Al fondo están Adán y Eva, expulsados del paraíso... Los Santos Padres, a quienes ya conoces, decían que el nudo de la desobediencia que ató Eva lo desató por la obediencia la Virgen Madre.
Estamos en Adviento, tiempo de espera y esperanza. Nadie como ella, María, para guiarnos. El próximo lunes celebramos su fiesta, la Inmaculada Concepción. María es la belleza de Dios hecha mujer. Fíjate en ella, habla con ella, aprende de ella.

1. Aquí tienes cómo sucedió todo, según nos lo cuenta San Lucas. Fíjate en el cuadro y subraya las palabras o frases o momentos que creas que Fra Angelico expresa mejor con su pintura:

A los seis meses el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo:
—Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntó qué saludo era aquel. El ángel le dijo:
—No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su Padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.
Y María dijo al ángel:
— ¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?
El ángel le contestó:
—El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.
María Contestó:
—Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.
Y el ángel la dejó.



2. Escucha ahora con especial atención esta canción titulada “Inmaculada”.





Escribe aquí la(s) frases que más te guste(n):
— Inmaculada, Reina desde el cielo.
— Eres la toda santa, la madre del Señor.
— Eres la Inmaculada Concepción.
— Inmaculada, Madre, mi consuelo.
— Desde la tierra canto esta canción.
— Levantamos las voces hacia Dios.
— He venido a rogarte, Virgen Blanca.

3. Imagina que estás en el lugar de María y recibes ese anuncio del ángel para una misión imposible ¿Cómo reaccionarías? ¿Qué dirías?
— Depende de la trascendencia que tuviera la misión y la repercusión con mi familia y amigos.
— Me sorprendería mucho y le diría que no.
— Pensaría que es imposible que un ángel me visite y que sería alguna broma de alguien. No diría nada, me reiría de la broma y ya.
— Pues no sabría, pero creo que le pondría muchos “peros”.
— Me sorprendería bastante y no sabría qué decir.
— Le diría que yo no puedo dar a luz a Jesús, que es que también...
— Me sorprendería, y no sabría cómo reaccionar; pero le diría que sí, acpeto a llevarla a cabo.

4. Observa ahora otras dos versiones del mismo tema y el mismo autor. La más ocre es de San Marcos (Venecia), la otra es de Cortona, también en Italia. ¿Qué diferencias observas (personajes, colores, lugares, etc.)? ¿Cuál te gusta más? ¿Por qué?




— Prácticamente no hay diferencia, solamente en los colores. Me gusta más la de Cortona porque tiene colores más vivos.
— En la segunda el cielo refleja la noche.
— En la de San Marcos los colores son más sosos, no se ve al Espíritu Santo, ni la mano de Dios.
— Me gusta más la de Cortona porque es más alegre.
— Me gusta más la de San Marcos porque me parece más real todo, aunque tiene tonos tristones.
— La segunda es más tosca, con colores más pobres y apagados. Con una estética más pobre, a la tercera y a la segunda le faltan Adán y Eva y no está tan bien expresado el envío del Espíritu Santo por parte de Dios. Me gusta más la 1ª porque aunque todas expresan lo mismo, ésta lo hace de forma más alegre y con más vitalidad.
— Todas representan lo mismo. La última tiene más color que la segunda y expresa más el diálogo de la Virgen María con el Ángel. La segunda tiene colores más fríos. Expresa como si la Virgen ya hubiera recibido al Señor en su seno, porque tiene las manos a la altura del vientre. Tanto en la segunda como en la tercera, ya no parece el rayo de luz divina.
4. En su última encíclica, Salvados por la esperanza, el Papa Benedicto XVI ha invocado a María como estrella de la esperanza. Rezamos juntos su oración:

“Santa María, comprendemos el santo temor que te sobrevino cuando el ángel de Dios entró en tu aposento y te dijo que darías a luz a Aquel que era la esperanza de Israel y la esperanza del mundo. Por ti, por tu «sí», la esperanza de milenios debía hacerse realidad, entrar en este mundo y su historia. Tú te has inclinado ante la grandeza de esta misión y has dicho « sí »: « Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra » (Lc 1,38).
Por eso tú permaneces con los discípulos como madre suya, como Madre de la esperanza. Santa María, Madre de Dios, Madre nuestra, enséñanos a creer, esperar y amar contigo. Indícanos el camino hacia su reino. Estrella del mar, brilla sobre nosotros y guíanos en nuestro camino.